Beijing solo tiene una estrecha ventana de oportunidad de convencer a los tibetanos de que ellos tienen una participación en China
Por Thupten Jinpa
The Wall Street Journal | Opinion Asia
8 de marzo de 2012
El aniversario de este año del levantamiento en Tíbet y el escape al exilio del Dalai Lama del 10 de marzo de 1959, tiene lugar en un tiempo de profundización de la crisis. Desde febrero de 2009, al menos 27 tibetanos, incluidos varios monjes, se han prendido fuego en lo que es un suceso sin precedentes en la sociedad tibetana. El liderazgo chino ha fracasado en apreciar la medida en que ha cambiado la naturaleza de la lucha tibetana. Como resultado, China corre el riesgo de perder Tíbet.
Cuando vi por primera vez imágenes de un monje parado, ardiendo como una columna de fuego, experimenté una combinación de emociones. Por un lado, no pude evitar admirar el coraje de ese monje, y como ex monje yo mismo, también sentí una instintiva sensación de identificación y solidaridad.
Aunque el primer caso ocurrió en Tíbet en 2009, la auto-inmolación se generalizó, solo después de la muerte del Phuntsog, de 21 años, del monasterio de Ngaba, en marzo del año pasado. Solo este año ha habido 14 nuevos casos. Ellos han sido llevados a cabo principalmente por monjes y ex monjes jóvenes de alrededor de veinte años, aunque un lama reencarnado en sus cuarenta, se prendió fuego el 8 de enero, y también ha habido una auto-inmolación de un oficial monástico.
Esta forma de protesta y sacrificio, surgiendo de la angustia por la opresión, es dramática, poderosa y desestabilizadora, pero no envuelve la muerte de otros. No hay todavía terroristas suicidas tibetanos, gracias al énfasis del Dalai Lama en la no-violencia y en los preceptos de compasión de la cultura tibetana.
Hasta ahora, la respuesta de Beijing ha sido simple: censura las noticias, etiqueta a los manifestantes de terroristas, culpa a fuerzas extranjeras y usa fuerzas de seguridad excesivas. Este es casi el mismo guión que vimos utilizado por el nefasto régimen de Gadhafi y el que actualmente está usando en Siria, Bashar al-Assad.
El liderazgo del partido Comunista está fallando en explorar las causas de esta nueva radicalización, en una sociedad profundamente religiosa. Los tibetanos han vivido, o apenas vivido, a través de una dura represión a raíz de las protestas que se extendieron por la meseta tibetana en 2008, una animosidad racial contra los tibetanos étnicos y la sistemática demonización de su amado Dalai Lama. En los monasterios, los monjes han sido objeto de constantes sesiones de “educación patriótica” y llevados a la desesperación por la presencia de tropas armadas incluso dentro de instituciones religiosas. Todos estos factores han llevado a un mayor conflicto.
Mientras tanto, hay un creciente reconocimiento entre los tibetanos, de que a Beijing le falta imaginación política y voluntad para resolver la cuestión del Tíbet. Ha habido un fracaso total en comprometerse constructivamente con el Dalai Lama, a pesar de las concesiones de este último y las numerosas aperturas en más de tres décadas.
Esto quedó evidenciado especialmente cuando el partido fracasó en responder a la renuncia del Dalai Lama como líder político del Tíbet. Beijing no ha apreciado que la actual lucha ha continuado incluso después que el Dalai Lama renunció como líder político de los tibetanos. Esto significa que los tibetanos ahora se imaginan su lucha más allá de la vida del Dalai Lama, y no necesariamente guardando su estilo.
Los fracasos de Beijing han abierto posiblemente el camino para un tono más ruidoso y agresivo en la campaña tibetana por sus aspiraciones legítimas. Puede haber un nexo entre las actuales protestas radicales y este cambio en el liderazgo político. Cuando la lucha por la libertad tibetana fue guiada por el Dalai Lama, hubo ciertas normas, que incluso los críticos tibetanos de China más vociferantes, respetaron implícitamente, incluso tratando de evitar avergonzar públicamente a Beijing. Esto puede no darse por sentado más.
Sin saberlo entonces, el partido ha sido más exitoso que el sistema político tibetano del exilio, en la creación de un fuerte sentido de unidad de la identidad tibetana nacional, a través de toda la meseta. Si el actual impás continúa, los tibetanos pueden volverse más audaces y demandar la completa independencia. También podemos esperar esta ola de auto-inmolaciones extendiéndose por otras partes del Tíbet. Ningún régimen puede tener un arma eficaz contra los individuos que no tienen miedo a morir.
Beijing necesita encontrar maneras para convencer al pueblo tibetano de que se preocupa por la supervivencia de su idioma, cultura y creencia budista únicos, dentro de la gran familia de la República Popular de China. En su lugar, la masiva acumulación de tropas y el clima de terror están solo alienando a los tibetanos y se corre el riesgo de perder más vidas. Designar un nuevo funcionario de línea dura del partido para reprimir las protestas no es la respuesta. Tomar la mano extendida del Dalai Lama para ayudar a buscar una solución mutuamente acordada a largo plazo del problema tibetano, es claramente el primer y más urgente paso adelante.
No hay duda en mi mente de que 2011 fue un año decisivo en la lucha del pueblo tibetano, y que con la actual campaña de auto-inmolación esta lucha ha cruzado un umbral importante. Si el liderazgo chino fracasa en aprovechar la estrecha ventana de oportunidad que todavía ha quedado, perderá el Tíbet para siempre.-
El Sr.Jinpa is profesor adjunto de la Universidad McGill y el principal traductor de Su Santidad el Dalai Lama al inglés.-