La mayoría de las personas que hablan inglés y han asistido a las enseñanzas del Dalai Lama han oído su sabiduría mediante la voz de Thupten Jinpa, quien a sido el traductor de Su Santidad desde 1985. Un erudito budista con un alto nivel de entrenamiento y practicante por derecho propio, el entrenamiento monástico de Jinpa en el Shrartse Collage of Ganden culminó con el distinguido grado de Geshe Lharam. Luego él recibió un BA en filosofía y PhD. en estudios religiosos, ambos en la Universidad de Cambridge. Él ha traducido y editado más de doce libros del Dalai Lama y escrito libros propios. E incluso, lo sorprendente de la presencia de Jinpa con Su Santidad no es sólo su exquisita fluidez en el idioma inglés y la profundidad de su entendimiento de aspectos complejos y sutiles de la filosofía budista, sino la calidez genuina, el humor y el afecto generoso que se manifiesta entre estos dos hombres notables. Muy a menudo, ellos permanecen inclinados el uno hacia el otro, la parte alta de sus cabezas casi tocándose, hasta que uno o el otro ríe abiertamente.
Jinpa fue invitado como investigador visita por parte del Centro para la Compasión e Investigación y Educación Altruista que se estableció recientemente en la Universidad Stanford, donde él desarrolló un programa llamado “Entrenamiento para Cultivar la Compasión”. Este programa secular de ocho semanas consiste en una secuencia de ejercicios que cultivan progresivamente la estabilidad mental mediante la atención enfocada en el presente y la compasión hacia amistades, familiares, uno mismo, extraños y personas que a uno le desagradan. (Ver al costado en página 12 para conocer más sobre este programa)
“Inquiring Mind” (La Mente Inquisitiva), editores Sandy Boucher, Barbara Gates y el entrevistado Thupten Jinpa vía Skype el 19 de mayo de 2011.
—Margaret Cullen
14 de octubre de 2011
Inquiring Mind: El entrenamiento enla Compasión habla de una necesidad tan profunda en el mundo. ¿Cómo surgió este programa secular?
THUPTEN JINPA: Un grupo de Stanford fue a ver a Su Santidad [Tenzin Gyatso, el 14º Dalai Lama] para mostrarle una propuesta para establecer un centro de investigación y educación de compasión y altruismo. Tras una larga conversación, Su Santidad hizo un ofrecimiento generoso de una donación bastante sustancial para ‘sembrar’ el programa y dijo, “Tengo dos solicitudes: Cualquiera sea el uso de la ciencia que hagan, asegúrense que sea impecable desde un nivel científico. Y segundo, cual sea el programa que ustedes desarrollen para enseñar la compasión, asegúrense de que sea totalmente secular y que se pueda universalizar. Que no sea un Budismo secreto”. Ése fue el verdadero punto de partida. Nosotros desarrollamos el programa de entrenamiento en compasión como algo paralelo ala Reducción de Estrés en base a ‘Mindfulness’ o Conciencia Plena (MBSR en sus siglas en inglés). El MBSR ha tenido un gran éxito al lograr secularizar una forma particular de la práctica budista, tomada principalmente del contexto Theravada, aunque existe un elemento del Zen también. Está claramente articulado de manera muy estructurada y mensurable también. Entonces, yo pensé que tal vez podíamos hacer algo similar enfocado en la compasión, a partir primariamente del tinglen y lojong en la tradición Mahayana tibetana. La idea era estudiar los textos, entender una articulación clara de los pasos y abrir los conceptos. Nuestro motivo principal era identificar el ingrediente activo, cual fuera, y ponerlo en un marco que es mucho más universal, que se pueda adaptar en un medio puramente secular.
IM: En términos de resultados, ¿qué quisiera ver usted en un graduado del entrenamiento en compasión? Si yo lo tomara, ¿qué esperaría usted de mí?
TJ: Un par de cosas. Una es que creo que los individuos que tomen el curso, probablemente sentirán un mayor sentimiento de tranquilidad en ellos, una especie de asentamiento, de volverse más amigos de sí mismos, lo que luego crea un oasis de asentamiento y se expresa en la forma en que usted trata a las personas cercanas a usted. Se espera que también cree una perspectiva más optimista en el mundo de manera cotidiana; aunque no espero que las personas salgan y empiecen a unirse al Cuerpo de Paz. No hicimos una conexión fuerte entre la acción y el estado mental en este protocolo particular, pues ello puede ser bastante problemático. Pero la idea es que las personas sientan un mayor sentimiento de bienestar en su interior, el que luego, naturalmente, se traducirá en las formas en que ellos tratarán o interactuarán con otros, formas en las que ellas verán el mundo y actuarán en éste.
IM: Al desarrollar este currículo, ustedes se volcaron a las enseñanzas budistas fundamentales sobre la compasión y sacaron a la luz los pasos para generarla. ¿Cómo definiría usted la compasión?
TJ: Cuando hablamos de las ideas budistas en inglés, inevitablemente estamos usando términos ingleses, los que emergen del contexto de una cultura particular y un medio de tradiciones intelectuales y espirituales. Entonces, al usar términos como compasión, y otras palabras relacionadas como simpatía, altruismo y empatía, necesitamos ser conocedores de su grado de adentramiento cultural y el sentido que han adquirido estos términos en la comunidad de lengua inglesa. El desafío es hacer un puente para la brecha entre hablar en un medio de transmisión cultural particular sobre conceptos e ideas de la tradición budista, y utilizar un medio que sea parte de alguna otra tradición. Sorprendentemente, parece haber una convergencia entre la manera en que los budistas entienden karuna (sánscrito) y nying je (tibetano) por un lado, y la forma en que las tradiciones occidentales entienden la compasión, por el otro.
En el término “compasión”, viniendo del latín, ya existe una cierta noción de un foco en el sufrimiento de otro y el compartir ese sufrimiento. Luego, particularmente en la tradición budista, existe el elemento de desear ver que otra persona se libere del sufrimiento. Así, eso realmente parece ser el núcleo de lo que queremos decir con compasión en el Budismo, y en la tradición cristiana también, lo que es bastante sorprendente.
Pero cuando se trata de términos asociados a la compasión, existe más de un problema de traducción. Por ejemplo, el término simpatía, en realidad no tiene una correlación directa en el mundo budista. Incluso en Occidente, las personas no concuerdan en qué significa simpatía. Algunos, como la sicóloga Nancy Eisenberg, diría que simpatía es lo mismo que compasión. Pero otros creen que simpatía es como sentir pena por alguien, mientras que la compasión es más elevada, como en el esperar ver que otra persona se libere del sufrimiento. Ahora, el altruismo, de la manera en que la psicología occidental lo entiende, es un acto que es motivado principalmente por desear beneficiar a otro. Puede implicar un tipo de sacrificio por la persona que realiza el acto.
IM: Desde una perspectiva budista, ¿ve usted, de alguna manera, el altruismo como un bien mayor que la compasión? Por ejemplo, ¿lleva el entrenamiento en la compasión a un comportamiento altruista?
TJ: Sí, el altruismo es en cierta manera una forma más activa de la compasión. Para que la compasión culmine en altruismo, creo que se requiere que haya una motivación o impulso fuerte a hacer algo. En la tradición tibetana, nosotros distinguimos entre compasión, nying je, y lo que se conoce como resolución o intención altruista, lhagsam. La compasión puede ser tan simple como desear ver a la otra persona libre de sufrimiento, pero para que esa compasión sea altruista, se requiere de un impulso de su parte, un querer hacer algo al respecto.
IM: En una conferencia en 2010 de sicólogos, neurocientíficos, filósofos y eruditos budistas eminentes, realizada en Colorado por CCARE, ustedes discutieron sobre el lenguaje de la vida mental. ¿Qué surgió cuando hablaron sobre los términos alrededor de la compasión?
TJ: Cuando nos enfocamos en cómo la compasión y su familia de emociones se conceptualizan y son transformados en un tema en la tradición del lenguaje occidental versus la tradición budista, hubo mucha discusión sobre el término empatía. En la tradición budista, no existe ningún equivalente directo para el término. Nosotros usamos una frase en la tradición tibetana que sugiere que el ver el sufrimiento del otro se siente como algo insoportable. El término paralelo tibetano o budista clásico que se conecta con empatía es yi-ong, el que literalmente significa “atrayente”. Aquí la idea es una habilidad de ser capaz de sentir estima por otro, valorar a otros. Éste es el término que el erudito en tibetano, Alan Wallace traduce como “amor afectuoso”.
IM: ¿Es un elemento de la compasión?
TJ: Bueno, es una especie de pre-requisito. Éste es un concepto muy difícil de definir en inglés, y no existe un equivalente en la conceptualización occidental. El corazón del término yi-ong es el sentimiento de conexión con el otro. Y se supone que yi-ong establece esa conexión. La implicancia es que usted no encuentra al otro repulsivo; usted tiene la capacidad de ver esa cualidad atrayente, una especie de cualidad amorosa, afectiva, en el otro. Al ser mayor su yi-ong hacia alguien, más se abrirá su corazón a esa persona, y usted sentirá aún más insoportable el dolor de la otra persona. La razón por la que usted no siente el dolor del sufrimiento de su enemigo como insoportable es porque usted no tiene ese yi-ong por su enemigo.
IM: ¿No ha hablado Su Santidad algunas veces sobre el generar compasión hacia los chinos, por aquellos que uno podría imaginar como enemigos de él? ¿Puede usted aclarar cómo ha uno de contactar la “cualidad amorosa, afectiva” de nuestro enemigo y generar compasión por ese enemigo?
TJ: Creo que aquí sería útil mencionar una distinción que Su Santidad hace a menudo cuando habla de la compasión. Con esto, me refiero a distinguir entre lo que una persona ha hecho versus la persona misma. El Dalai Lama se refiere a este distinguir entre “el acto y aquél que hizo el acto”. Con respecto al acto, si se trata de un acto dañino de injusticia, incluso una respuesta compasiva requiere una medida fuerte, en cambio, con respecto a la persona, el que hace el acto, nunca hemos de perder de vista el hecho de que él o ella también es un ser humano, quien, como nosotros, aspira a la felicidad y rehuye el sufrimiento. Entonces, independiente de lo que el otro pueda haber hecho, la persona siempre sigue mereciendo nuestra compasión y nuestro sentimiento de preocupación. Una vez que aceptamos este principio, entonces, podemos ver cómo mantener una compasión genuina hacia incluso nuestros adversarios o enemigos. De hecho, una verdadera medición de si nuestra compasión ha alcanzado el nivel en que es imparcial, surge de cómo nos relacionamos con nuestros adversarios. Si podemos tener un sentimiento de preocupación, en vez de alegría, cuando vemos sufrir a nuestro enemigo, entonces nos estamos moviendo hacia una compasión imparcial genuina.
IM: Cuando se siente compasión por alguien o por un grupo de personas en guerra o alguna otra situación traumática, ¿usted sufre también? En otras palabras, cuando usted siente compasión, ¿está esa compasión libre de sufrimiento?
TJ: Creo que inicialmente ha de haber algún elemento de aflicción porque, en un sentido, usted resuena. Pero uno no necesita permanecer en ello por largo tiempo. En una discusión entre el psicólogo Paul Ekman y Su Santidad sobre esta misma pregunta, Ekman parecía pensar que debe haber una ruta por la que se puede llegar a la compasión sin sentir dolor. La posición de Su Santidad parecía más matizada. Él pensaba que al principio usted sí necesita sentir un elemento de dolor, pero en la medida que se vuelve un practicante de la compasión más avanzado, ese sentimiento puede ser muy rápido. De manera que cuando usted ve el sufrimiento hay una buena porción de punzada, y luego usted avanza hacia el deseo.
IM: ¿Qué permite esa transición a la experiencia de la compasión libre de sufrimiento?
TJ: En parte es un asunto de entrenamiento, porque no tiene sentido quedarse simplemente en el estado del sentimiento. No ayuda a nadie, ni a usted ni al otro. La respuesta de sentimiento inicial es importante porque eso es lo que lo moverá a usted a hacer algo. Allí es donde las emociones son muy poderosas, a diferencia de los procesos cognitivos. Las emociones son mucho más poderosas y motivadoras. Pero a la vez, si usted se queda atrapado simplemente en ese estado sentimental, entonces usted puede resultar desgastado y paralizado. Aquí es donde en la tradición budista se presenta el discernimiento, la sabiduría, pues la sabiduría es lo que guía la motivación compasiva, de manera que lo que sale es lo más apto y más beneficioso para cualquier situación dada. Entonces, en el caso de alguien como Su Santidad, la vista del sufrimiento da surgimiento de inmediato a una respuesta emocional, la que enseguida conduce al deseo y luego el deseo lleva a lo que se puede hacer. Yo recuerdo claramente un encuentro entre Su Santidad y un hombre perturbado sicológicamente y que tuvo lugar en Newport Beach, California hace muchos años. Cuando el Dalai Lama estaba saliendo de su auto, un hombre corrió directamente hacia él. Cuando seguridad lo detuvo, el Dalai Lama se dirigió hacia la persona para conversar. El hombre estaba teniendo pensamientos suicidas y dijo que él no podía encontrar razón alguna para vivir. Su Santidad habló por algunos minutos sobre las diversas cosas que la persona podía apreciar en su vida, el hecho de que estaba viviendo en un país libre, que podía tener familia y amigos que cuidaran de él. Claramente, nada de esto estaba surtiendo efecto. Entonces finalmente, Su Santidad le dio un gran abrazo, y el hombre rompió en llanto. Este simple contacto físico ayudó a la persona a contactarse con algo profundo en su interior.
IM: ¿Es el entrenamiento en la compasión siempre adecuado, o puede usted imaginar casos en lo que podría no ser de ayuda?
TJ: Yo sí creo que entrar de lleno en el pensar sobre el dolor y sufrimiento del otro es algo de alta mira, y que puede ser problemático para algunas personas. Entonces, el entrenamiento en la compasión necesita comenzar muy fuertemente con el componente de la compasión hacia el propio ser. De lo contrario, lo que sucede es que las personas se sienten totalmente superadas o usan el foco en el sufrimiento del otro como una forma de escapar de su propia angustia interna. Por otra parte, yo diría que algo como el componente de la propia compasión podría ser muy útil en muchas circunstancias. Por ejemplo, para los padres de niños autistas, el entrenamiento de autocompasión podría ayudarles a protegerse de la permanente lucha que enfrentan al criar su hijo.
Algo interesante que surge de la investigación contemporánea sobre la empatía es la distinción entre la respuesta de aflicción personal y la respuesta de la empatía. Si se observa cómo reaccionan las personas ante el sufrimiento de otro, algunos son incapaces de verlo y quieren salir arrancando, mientras que otros reaccionan de forma empática y se acercan. La diferencia entre ambas respuestas es que en el caso de la primera, donde la persona reacciona de manera personalmente aflictiva, existe una confusión sobre el propio sufrimiento con el del otro. Pero en el segundo caso, cuando una persona puede responder de manera empática, aunque esa persona sí desarrolle algún grado de aflicción, la persona está muy clara de que no es suyo, es la otra persona la que está sufriendo. Esta distinción es realmente importante porque a menudo uno se ve atrapado en el medio de la experiencia.
Volviendo al ejemplo de los padres de un niño autista, creo que es importante que ellos vean la distinción entre su hijo sufriendo y su propia respuesta empática para no ser atrapados por la aflicción. Al estar totalmente allí a disposición y compasivos hacia el niño, ellos pueden crear una cierta protección también, de manera que tengan más reservas para ayudar a su hijo. Todos se benefician de esto. Si usted se queda totalmente enredado en el problema, al final usted sólo se agota.
IM: ¿Existe una forma en que podamos evaluar desde fuera o incluso desde el interior, qué es la compasión genuina, como opuesta a un contrario cercano de la compasión o algún artificio?
TJ: Cuando alguien está experimentando la compasión genuina, a diferencia, digamos, del opuesto cercano a ésta, el pesar, existe bien poca autoreferencia, ésta es una distinción importante. Además, en los textos del Mahayana, el cultivar la compasión genuina hacia todos los seres es visto como una indicación de haber despertado la naturaleza búdica. Existe una bella discusión en las escrituras mahayana donde se dice que tal como uno puede inferir la presencia del fuego en un paso al ver el humo, y tal como uno puede inferir la presencia de un cuerpo de agua al observar muchas gaviotas revoloteando sobre un valle, de la misma manera uno puede inferir la presencia del despertar de la naturaleza búdica en un aspirante. Luego, el sutra enumera algunas de las señas, tales como lágrimas cayendo naturalmente ante el sufrimiento o que los bellos de los poros del cuerpo se ponen de punta. Claramente, el lenguaje del cuerpo y las expresiones son indicaciones de alguien que se conmueve ante el sufrimiento, pero no es superado por éste.
IM: Antes de terminar, agradeceríamos oír algo de sus pensamientos sobre la evolución de las enseñanzas de la compasión desde el Budismo Theravada al Mahayana.
TJ: Aunque a veces da la impresión de que la compasión, en particular la universal, es una perspectiva especial del Budismo Mahayana, de hecho, eso no es así. Si se mira la historia del Budismo, a partir de una etapa muy temprana, cuando la práctica religiosa se vuelve popular, los Relatos Jataka pueden ser considerados como objetos importantes de veneración. Vemos estos relatos adornando monumentos indios como las estupas Bharhut y Sanchi. Entonces, desde una etapa muy inicial, una vez que los budistas comenzaron a utilizar representaciones iconográficas, los Relatos Jakata se volvieron una parte profundamente importante de la identidad budista como una comunidad. Para mí, esto representa una celebración potente de la compasión como un principio espiritual clave. Cada una de las historias del Jakata es de una u otra forma, una representación de la vida previa del Buda en un tipo de acción compasivo.
Muchas de éstas son actos de compasión desinteresados, algunos de ellos involucran dar incluso el propio cuerpo. Por ejemplo, existe una bella historia de cómo una vez que el Buda nació como un rey mono, él salvó a todo su grupo usando su cuerpo como puente, permitiendo que los otros monos saltaran hacia otro árbol en busca de seguridad. Como resultado, el rey mono fracturó su espalda y perdió la vida a manos de un cazador.
Este énfasis en la compasión permanece a lo largo de todo el desarrollo del Budismo. Hay un línea memorable en un texto filosófico budista indio del siglo ocho, titulado Presentación del Conocimiento, donde Dharmakirti dice que la budeidad no es más que la perfección de la cualidad de la compasión que todos poseemos. Es por ello que al hablar sobre el Buda como un ser iluminado y maestro auténtico, se usa el término pramana. Pramana significa auténtico o válido. Este uso de la palabra es muy importante porque implica que el Buda no fue alguien iluminado desde el comienzo. No existe algo como buda primordial absoluto en el verdadero sentido de la palabra; el Buda llegó a ser un buda. Y luego al explicar el significado de “llegó a ser un buda”, Dharmakirti dice que este proceso de ‘llegar a ser o volverse’, puede entenderse en términos del desarrollo de la compasión. Y el desarrollo más alto de la compasión es la budeidad.